Nadie se acuerda del sapo (Propio)

Hace ya algunos años escribí este micro-relato. Sé que tiene errores y no es perfecto, pero a mi me sigue gustando. Ahí va.

Nadie se acuerda del sapo

- Dame un beso - reclamó ella.
- Ya te di dos al saludarte - Contestó él tímidamente.
- No, no quiero un beso de ese tipo. Quiero un beso sincero, apasionado, verdadero. De esos de labios entreabiertos y ojos entrecerrados. Esos en los que se comparte el alma y, en ocasiones, se entrega el corazón.
- ¿Y para qué quiere mis besos alguien como tú?-
- ¿Alguien como yo?
- Sí, una mujer como tu... que puede querer de un chico como yo. No soy un guapo, no soy alto, no soy rubio ni tengo ojos azules. No soy ningún príncipe azul.
- Ni yo una princesa, dame un beso - replicó ella.
- No, no quieres mis besos. No me quieres a mi - sentenció. Ella le miró con dulzura y prosiguió.
- Claro que te quiero - mintió, sin mucha convicción.
- ¿Para qué quieres un beso si luego no significaré nada? Seré un borrón más en tu vida, saldrás por esas puerta y ya no seré nada. No, ya no quedan besos - Ella levantó los ojos y lo observó, pareció entender.
- Podría quererte
- ¿Podrías enamorarte?
- Tal vez, con el tiempo...
- Sabes que no. - cortó él - Las princesas como tú - y aquí sonrió - no se enamoran del sapo. Lo ven, le dan un beso y lo convierten en su príncipe. Si todo va bien comen perdices, son felices y todo eso. Pero del sapo... del sapo nadie se acuerda.
- ¿Sapo? - aquí ella se había perdido.
- Antes del príncipe siempre hay un sapo, alguien que no es perfecto, que un día, la princesa, se atrevió a besar.
- ¿Y entonces?
- Se acabó, hasta aquí llegamos.
- ¿Este es nuestro fin?
- Todo cuento tiene uno - había ironía en su voz, o tal vez melancolía.
- ¡Pero esto no es un cuento! - exclamó.
- A ratos, aquí no hay príncipes felices, ni siquiera hay perdices pero hay una princesa y también... también hay un sapo.

Para todos aquellos que alguna vez se sienten sapos. Y para ellas, no busquéis al príncipe, os gustó el sapo.